Pocas cosas hay tan bonitas y entrañables como la visión de los árboles frutales en flor cada primavera. Mis recuerdos de infancia están asociados a la floración de los membrilleros, de los manzanos y de los cerezos que crecían en la huerta de mi abuelo y en otras fincas de los alrededores, todas las primaveras una explosión de flores y de colores y luego la lluvia de pétalos, como una nevada tardía que cubría la hierba bajo los frutales. Después veías crecer el fruto hasta que llegaba el momento de la cosecha, para un niño una continua lección de la perpetua renovación de la vida tras aguantar el duro invierno. Pero hoy, donde crecían los frutales de mi infancia, sólo hay bloques de pisos, todo en la vida se acaba. En fin, no quiero ponerme melancólico por que la entrada de hoy va sobre el cultivo del cerezo y no sobre mis recuerdos.
Entre los cerezos existen dos tipos principales, las variedades dulces para postre que proceden de la especie Prunus avium, y las variedades ácidas, conocidas también como guindas, que proceden de la especie Prunus cerasus. Estos entre los cerezos cultivados principalmente para la cosecha de fruta, pero luego están los cerezos ornamentales, que se cultivan por la belleza de su floración, son los llamados Cerezos del Japón, cuyas variedades más conocidas derivan de las especies Prunus serrulata y Prunus subhirtella.
Todos los cerezos y una gran mayoría de los frutales que florecen ahora, pertenecen a la amplísima familia de las Rosaceas, y proceden de la zona de Asia Menor.
Cultivar cerezos de fruto en una terraza es posible, aunque no pueden esperarse grandes cosechas, la mayor dificultad estriba en el tamaño que llega alcanzar el árbol y por tanto que ocupa mucho espacio, pero si alguien está empeñado, como yo, en hacerlo tiene varias soluciones. Lo primero, hay que saber que la mayoría de los cerezos necesitan polinización cruzada, por tanto si plantamos una variedad que necesita de otro árbol polinizador y no lo tenemos, tampoco obtendremos ningún fruto, por suerte hay variedades autofértiles que se polinizan a si mismas, y entre ellas hay una que por ser un híbrido de poco desarrollo, es ideal para una terraza, se trata del cerezo enano “Compact Stella”, que en maceta no llega a superar los dos metros, además puede cultivarse en espaldera o en abanico, junto a una pared y así el problema del espacio aún es menor. Esta técnica puede, por supuesto aplicarse a otros árboles frutales en maceta, manzanos, perales, melocotoneros, ciruelos etc. y también a las higueras, creando un vergel de frutales “mini” en la terraza o patio.
La variedad “Compact Stella” da frutos entre rojo vivo y granate, muy dulces, la cosecha suele ser abundante si el invierno ha sido frío.
Otra posibilidad, si se quiere cultivar un guindal, por ejemplo es cultivar un árbol dúo, es decir un árbol donde se han injertado dos variedades que se fertilizan mutuamente, tal es el caso de la variedad de guindas llamada “Van” que se complementa con otra variedad dulce como puede ser “Bigarreau Napoleon”. Las guindas se utilizan sobre todo como fruto culinario, para hacer mermeladas, siropes, repostería y para hacer el riquísimo anís o aguardiente de guindas, que yo recuerdo haber tomado en ocasiones especiales cuando era niño, con fines supuestamente medicinales ya que facilita la digestión . Los niños de entonces éramos así, a cambio no hacíamos botellón como ahora.
Los cerezos enanos pueden cultivarse en macetas o contenedores de unos 40 centímetros de diámetro, necesitan un suelo neutro o ligeramente ácido y por supuesto bien drenado, la mejor solución para no complicarse la vida es comprar un saco de compost del que se utiliza para rosales, en verano el riego debe ser regular para evitar que el suelo se seque del todo, lo que sería muy malo para el árbol pero con la precaución de no encharcarlo, de ahí la importancia de un buen drenaje en la maceta. En el mercado existen fertilizantes especiales para frutales y se deben aplicar según las recomendaciones del fabricante, también sirve el abono de rosales.
Los cerezos necesitan una exposición soleada y son bastante resistentes al frío al parecer, hasta los diez grados bajo cero, digo al parecer porque tanto frío creo que jamás lo hemos tenido donde yo vivo. A veces los cerezos florecen mal y fructifican poco o nada y eso es debido a que necesitan inviernos fríos, son necesarias entre mil y mil quinientas horas de frío en invierno para obtener buenas cosechas. En lugares en los que la temperatura se mantiene todo el año de forma estable por encima de los quince grados, los cerezos no son adecuados para cultivar.
la poda en los cerezos enanos no es realmente necesaria para que florezcan y fructifiquen bien y debe hacerse con mucha precaución, quitando sólo ramas dañadas o mal formadas y para darles la forma adecuada. Se podan en invierno mientras los árboles están en letargo y antes de que empiece a subir la savia. Una poda fuera de época produce más daños que beneficios ya que estos árboles pueden literalmente desangrarse perdiendo casi toda su savia y a través de las heridas de poda pueden contraer la enfermedad que es su mayor enemigo, la gomosis. En cuanto a plagas, pueden ser atacados por cochinillas y pulgones que se combaten de la forma habitual, en ejemplares aislados y en lugares donde no hay en los alrededores abundancia de cerezos, es muy raro que aparezca la mosca del cerezo que daña los frutos de las plantaciones.