Pues sí, estas humildes flores pertenecen a un ajo, de hecho las hojas huelen y saben a ajo. Es el Ajo de Nápoles una plantita bulbosa que se puede encontrar silvestre a lo largo del sur de Europa. Tiene el defecto de que sus hojas enseguida amarillean, por eso yo siempre la planto entre otras plantas cuya vegetación ocultan a la del ajo de forma que sólo asoman estas cabezuelas de flores blancas y aromáticas, de forma estrellada, que además duran mucho como flor cortada. En cuanto a cuidados los bulbos se siembran en otoño a doble profundidad de su tamaño y poco más. Es una de esas plantas de las que te puedes olvidar y que sólo te recordarán su presencia cuando florecen en primavera. Muy parecidas a esta especie podemos encontrar otras en colores amarillo y rosa como el Allium moly y el Allium Ostrowskianum/Oreophilum.
Los ajos ornamentales combinan muy bien con los rosales y existe la creencia de que la compañía del ajo es bueno para el rosal ya que son vegetales que se complementan y benefician mutuamente de forma que los rosales crecerán más hermosos si se cultivan ajos en su proximidad, incluso se dice que el perfume de las rosas se hace más intenso. Aunque esta creencia no está del todo comprobada siempre será buena idea plantar esta pequeñas bulbosas junto a los rosales ya que florecen en abril a la vez que se abren las primeras rosas.