Esta entrada también podría titularse: “En junio en Asturias florecen los Jacarandás ” y a más de uno le extrañará porque este bello árbol tropical no se asocia para nada con el norte de España. En el Mediterráneo, Baleares y Canarias son frecuentes y es posible ver la espectacular floración de los Jacarandás que se convierten en una nube de flores azul malva, pero en Asturias eso no es posible pensará la mayoría, sólo se pueden tener como arbolito en el interior o en un invernadero y además en maceta no florecen. Bueno pues yo voy a demostrar que es posible cultivarlo en el exterior en las zonas de la costa asturiana y por ende en toda la Costa Cantábrica, que resisten los inviernos sin protección especial y que si, que también florecen en maceta.
La primera vez que yo vi estos árboles en flor fue en el Parque Eduardo VII de Lisboa, donde hay un grupo de ellos y de considerable tamaño, desde entonces siempre quise poseerlos y probar a cultivarlos en mi tierra, hace unos 6 o 7 años cuando pasé mis vacaciones en la bellísima localidad tinerfeña del Puerto de la Cruz, le compré uno a una señora que vendía plantones de jacarandás y otros árboles tropicales en plena calle, una vez de regreso lo he estado cuidando en la terraza, trasplantándolo progresivamente a macetas de mayor tamaño y la verdad sin muchas esperanzas de verlo florecer, pero satisfecho igualmente porque es un arbolito muy elegante con su follaje plumoso de indudable aspecto tropical, y con sus frondes como de helecho lo suelo asociar con los verdaderos helechos que tengo y combina muy bien. Pero este año, por fin, ha florecido por primera vez y aunque reconozco que el pequeño ramillete de flores que ha dado, las de la foto de arriba, no es muy espectacular, a mi me ha llenado de satisfacción. Cual no sería mi sorpresa cuando a pocos metros de donde vivo, en un terreno abandonado y lleno de maleza al lado de la vieja iglesia de Sabugo, me llamo poderosamente la atención unos ramos de flores azules que se divisaban entre la maleza, me acerco y efectivamente es un pequeño árbol de Jacarandá floreciendo en plena ciudad de Avilés sin que casi nadie repare en él, y por el aspecto del solar sin que nadie lo cuide. No pude resistir la tentación de fotografiarlo y dar a conocer este pequeño acontecimiento que demuestra sin ningún género de dudas que esta especie resiste los inviernos de la costa asturiana y florece perfectamente, así que ya saben mis convecinos cantábricos, el Jacarandá es cultivable en nuestras tierras y siendo un árbol tan bonito no debemos privarnos de él por más tiempo. Los que vayan de vacaciones a lugares donde es posible adquirir esta especie pueden aprovechar para hacerlo.
El Jacarandá mimosifolia es un árbol de la familia de las Binognaciae originario de Argentina y Bolivia, extendido por todas las regiones tropicales y subtropicales como árbol ornamental, como curiosidad decir que la ciudad sudafricana de Pretoria recibe el nombre de ciudad del Jacarandá, porque tiene plantados más 60.000 ejemplares de esta especie, que allí florece en octubre y quienes lo han visto en plena floración dicen que es un espectáculo inolvidable. A este árbol se le llama también Árbol Helecho y Jacarandá Mimoso. Es un árbol caducifolio que puede alcanzar los 15 metros en zonas tropicales y parece ser que es bastante capaz de remover cimientos y levantar aceras en esas regiones por lo que se aconseja no plantarlo muy cerca de casas, pero en el norte esa posibilidad es más que remota y no creo que alcance más altura de cinco metros. En maceta, que debe ser lo suficientemente grande cuando esté desarrollado, al menos 50 cm de diámetro, es posible cultivarlo en zonas frías retirándolo a un lugar protegido en invierno, como pierde las hojas y hay que regarlo muy poco en esa época, se puede guardar incluso en un local sin calefacción y poco iluminado, o bien tenerlo en invernadero quien posea uno. Necesita una buena tierra de plantación, con muchos nutrientes y muy bien drenada, en temporada de crecimiento conviene fertilizar con abono orgánico especial para arbustos de flor. No tiene requerimientos especiales respecto al PH del sustrato y nunca ha tenido ninguna plaga ni enfermedad desde que lo tengo.
Se puede podar al final del invierno y parece que eso estimula la floración.
En esta imagen tomada esta misma tarde, lo vemos en su rincón, cerca del estanque que le proporciona mayor humedad con el agua que el calor del verano evapora. Tengo que decir que no me da realmente mucho trabajo ni como ya dije, especiales precauciones, así que puedo decir que casi podríamos calificarlo de rustico en esta zona.
Confío en que esta entrada anime a más gente a cultivar jacarandás en estas latitudes.