domingo, 17 de octubre de 2010
Clavel del aire, Tillandsia bergeri
La entrada anterior me ha recordado que tengo pendiente escribir sobre esta curiosa planta que por la apariencia que tanto nos recuerda a los verdaderos claveles, todo el mundo conoce como Clavel del aire, aunque por supuesto no tiene absolutamente nada que ver con ellos. Se trata de una planta epífita, que vive sin sustrato alguno, y que pertenece a la amplia familia de las Bromeliaceae, subespecie Tillandsioideae,, un genero de plantas tropicales y subtropicales , que proceden del continente americano, desde el sur de los Estados Unidos hasta Argentina, habitan en prácticamente cualquier hábitat desde los desiertos a las selvas tropicales pasando por las montañas, pero también consiguen vivir en las ciudades donde colonizan no solo las ramas de los árboles sino incluso los tendidos telefónicos y cualquier lugar donde puedan arraigar, ya que al no necesitar tierra y no ser plantas parásitas, pueden vivir autónomamente sobre cualquier soporte que las sustente. La Tillandsia bergeri es originaria de Argentina, donde llega a ser una invasora considerada casi una plaga, pero en Asturias, Cantabria, País Vasco etc, es común encontrarla colgada bajo los aleros de los tejados, en balcones, hórreos etc, sin que cause ningún problema ya que aquí no se autosiembra como en su país de origen. Para obtener una de estas plantas, sólo es necesario desprender una roseta de la planta original y colgarla de un alambre o sujetarla a algún soporte, eso es todo. Con el tiempo formara una mata esférica que irá haciéndose mayor de año en año, pudiendo llegar a pesar mucho, por lo que debemos sujetarla bien o el viento y el peso la derribarán, un alambre fuerte es lo mejor. En el clima del Cantábrico estas especies viven perfectamente al aire libre y con la alta humedad atmosférica de la que gozamos aquí, no es necesario hacer nada para que crezcan y florezcan perfectamente. La única condición, si queremos que florezcan, es que tienen que estar en un lugar soleado o con sol tamizado y que reciban agua de lluvia. Las hojas poseen unas estructuras llamadas tricomas, por los que captan la humedad y los nutrientes que necesitan para vivir, estos últimos procedentes del polvo, restos de insectos y cualquier cosa que el aire lleve hasta ellas. Las flores, como se puede apreciar son azules con una mancha amarilla en el centro y surgen de brácteas rosadas en mayo.
También se pueden cultivar en interior en un lugar muy iluminado, pero en este caso será necesario rociar con agua de vez en cuando y en primavera añadir algún fertilizante foliar en una dosis más diluida de lo habitual.
viernes, 15 de octubre de 2010
Claveles, Dianthus sp
Los claveles, otra especie clásica de los balcones españoles junto con el geranio, parecen estar pasando de moda en los últimos años en los que cada día se ven menos, yo creo que esto es consecuencia de varios motivos, no todos negativos, por ejemplo la mayor diversidad de especies que se pueden encontrar en el mercado para cultivar en nuestras jardineras hace que no tengamos que recurrir siempre a las mismas especies, pero también es verdad que el clavel, me refiero al clavel clásico, también ha sido víctima de una imagen de flor anticuada, la típica flor de floristas, para determinados usos fúnebres. Además el aspecto casi siempre desmañado de esta planta en cuanto alcanza una cierta edad unido a que en realidad no es fácil de cultivar ni de combinar con otras plantas, también ha contribuido a su decadencia. Sin embargo también han aparecido últimamente variedades de claveles que se prestan mejor para el cultivo como flor de jardín y jardinera, estos claveles son cruces de Dianthus caryophyllus (el clavel clásico) y Dianthus plumarius (clavellina de pluma) y son resultado del trabajo de los hermanos Allwood en West Sussex, Inglaterra, que han creado una gran variedad de cultivares. El follaje es de tonos grises y verdes, crece como una alfombra acolchada y sus tallos alcanzan longitudes de entre 10 y 30 cm. A su gama de colores simples y combinados añaden un inigualable aroma.
Las clavellinas clásicas son de la especie Dyanthus deltoides y también crecen en forma de tapiz acolchado y con hojas que no suelen sobrepasar los 10 cm de altura. Sus flores pueden ser sencillas o dobles.
Otras variedades de claveles muy usados en parterres y jardineras son Dianthus barbatus, el Clavel de los poetas, estas son plantas bienales que se pueden obtener de semilla y por división de las matas, se suelen comportar como vivaces de ciclo corto, y presentan formas enanas y otras de hasta 45 cm de altura, con flores bicolores, a menudo con un “ojo” central, simples pero agrupadas en corimbos, aromáticas, sirven también como flor de corte ya que duran bastante en un jarrón.
El otro gran grupo de claveles de jardinería es el de los Dianthus chinensis, los llamados Claveles chinos, con una longitud de entre 20 y 30 cm, ideales para macizos florales, arriates, jardineras y macetas. Se trata de una especie anual semirresistente, que se obtiene generalmente de semillas que se siembran en marzo (en el hemisferio norte, claro) y empiezan a florecer en junio hasta septiembre. A veces se resiembran solas y en otros casos sobreviven al invierno y vuelven a recuperarse en primavera.
Hay otras especies de pequeños claveles silvestres que se usan en rocallas como D. arenarius, D. armeria, D. alpinus etc .
En cuanto a cultivo todas las especies prefieren la plena luz solar, suelo con abundancia de materia orgánica pero suelto y no arcilloso, el drenaje tanto en el jardín como en maceta debe ser perfecto sin retención de agua, de naturaleza neutra o ligeramente alcalina. En un suelo fértil basta con abonar dos veces por año en primavera y mediados del verano. En las variedades altas conviene cortar todos los tallos que hayan florecido, los secos enfermos y estropeados, hasta cerca de la base. En las más pequeñas se cortan con unas tijeras todos los tallos floridos ,una vez secas las flores, para mantener las matas limpias y estéticas.
Las orugas tortrix y la roya del clavel son las plagas más peligrosas, esta última puede destruir por completo una plantación de clavel pero ataca sobre todo a las variedades grandes de Dyanthus Caryophyllus. Hay que cortar lo enfermo y aplicar un fungicida pero a lo largo las matas más viejas acabarán muy afectadas. Es mejor sacar esquejes jóvenes y sanos, que se pueden obtener casi en cualquier época, para tener siempre plantas nuevas y más resistentes.
miércoles, 13 de octubre de 2010
De regreso
Tras muchos meses de no añadir nuevos artículos al blog, por fin he vuelto. Para aquellos que me han hecho el honor de seguirme durante este tiempo, creo que les debo una explicación de mi ausencia, y como decía el alcalde de la famosa película de Berlanga, como os debo una explicación os la voy a dar. En resumen: obras en la terraza, como fácilmente se desprende de las fotografías que encabezan esta entrada que podríamos titular con gran originalidad: antes y después.
Una terraza ajardinada requiere un cierto mantenimiento para evitarse problemas con posibles humedades, tapar grietas y reparar el desgaste lógico que se produce en los materiales de cubrición, muros y paramentos varios, y también por razones de estética. Es necesario, cada “x” años, proceder a una restauración a fondo, lo que en el caso de una terraza con muchas plantas que es necesario a la vez ir retirando pero sin deshacerse de ellas, es una labor un tanto pesada y engorrosa, que implica ir haciendo la restauración completa pero por secciones. Eso es lo que he tenido que hacer durante gran parte del verano, época escogida porque la aplicación de impermeabilizantes en paredes y suelos requiere tiempo estable y sin lluvias frecuentes. Eso en Asturias sólo, y no siempre, se puede conseguir en verano. Bueno por fin ya está hecho y ahora sólo queda confiar y rogar al cielo que no sea necesario repetir la operación hasta dentro de otros diez años.